“Le prometí (a su madre) que lo iba a encontrar para que se pueda ir con él”, dijo Diego González.
El guardavidas Diego González formaba parte del equipo que buscaba a Franco Toro, un argentino de 30 años que había desaparecido en la playa El Emir en las primeras horas del 1º de enero.
“A eso de las 10 de la mañana, más o menos las condiciones estaban dadas, y salí con la moto”, relató en rueda de prensa.
Recorrió el tramo habitual que está bajo su jurisdicción e iba a regresar al lugar desde donde había partido, sin embargo, “como que algo me decía que siguiera”.
González le hizo caso a su intuición y continuó. Fue ahí que divisó un bulto y creyó que se trataba de un lobo marino: “Seguí haciendo vuelta y vuelta, y en una pensé que era un lobo muerto, porque eso pasa mucho en la playa nuestra, y era el cuerpo del chico”, contó.
El guardavidas, que hace 31 años presta servicio como tal, relató a los medios que el día anterior al hallazgo - el sábado pasado – la madre de Franco Toro “estaba caminando en la costa, y la encontré. Me nació llevarle una remera nuestra diciéndole que el hijo había hecho lo que nosotros hacemos todos los días. Que no cualquiera se tira a salvar a una persona, que se tiene que sentir orgullosa del hijo que tiene. Y ella se puso a llorar, como haríamos cualquiera de nosotros, y le prometí que lo íbamos a encontrar. Por suerte lo pudimos hacer”, expresó.
González dijo que esta causa ya era “algo personal”. “Más por la madre, yo soy padre también, y era encontrar el cuerpo de su hijo para que se pueda ir con él y que pueda hacer el duelo que tenga que hacer”.
“Estamos para salvar vidas, y en este caso que estábamos buscando un cuerpo… Lo que debe ser para un padre no tener a su hijo, aunque sea físicamente para darle un entierro y llorarlo en un lugar, porque no encontrarlo es jodido…”.
“Para mí es un alivio increíble. Saber que esa madre va a poder despedir a su hijo es todo”, cerró.
Foto: Filtro Cero