Un transportista de Maldonado contó en FM Gente cómo fue insultado, perseguido y asaltado a punta de revólver en Montevideo por un hombre que dijo ser cuidacoches y que se ofuscó porque no le entregó la propina suficiente. Federico Salaverry advirtió a otras personas sobre estas acciones y dijo que, a raíz de la “espantosa” experiencia, aprendió a valorar más a su familia.
Salaverry tiene una camioneta para traslado de personas y el domingo pasado fue contratado para llevar a un grupo de UNI3 de Maldonado a un espectáculo en el Teatro Solís de Montevideo. Contó que a las 18:30 dejó a sus pasajeros en el edificio y asistió a merendar a La Pasiva de 18 de Julio y Yi, donde estuvo una media hora. Al salir, lo abordó un hombre que dijo ser cuidacoches y le pidió dinero por haberle custodiado la camioneta.
El trabajador contó que sólo tenía billetes grandes en el bolsillo y una moneda de diez pesos, que entregó al hombre que ni siquiera llevaba distintivo de cuidacoches y que dudosamente lo era. El hombre consideró que la propina era poca, lanzó la moneda por el aire y comenzó a insultarlo y exigirle más dinero.
Sin pensar lo que le esperaba, Salaverry se ofuscó. Le dijo que no le daría más propina, lo mandó “a trabajar” y en contrapartida recibió una lluvia de insultos y amenazas. “Esto no va a quedar así”, le dijo el presunto cuidacoches mientras el conductor subía el vidrio de la ventanilla y encendía el motor con destino al Teatro Solís, ubicado a unas diez cuadras.
Al llegar al edificio, paró cerca de la puerta con los “pica-pica” encendidos para que lo vieran sus pasajeros. Como todavía faltaba para el final del espectáculo, se entretuvo con los juegos del celular. En eso estaba cuando, con estupor, vio que el mismo hombre que se hizo pasar por cuidacoches una media hora antes le exigía que bajara la ventanilla.
Apenas bajó el vidrio, se vio apuntado con un revólver y amenazado de muerte. Salaverry llegó a notar que la acción fue observada por varias personas pero “nadie se metió” y todos optaron por seguir el desenlace de la escena sin mover un dedo. A punta de revólver, bajó de la camioneta y sólo atinó a recordarle al delincuente que tiene dos hijos, y esposa, y abuelos. Intentó calmarlo pero notó que se estaba exponiendo demasiado.
“Cuando me pegó con el revólver en el pecho por cuarta vez y me dijo ‘te voy a matar’ le entregué el dinero que había cobrado por el viaje” a Montevideo, que guardaba en un bolsillo. “Ahora sí vas a aprender a dejar una buena propina”, respondió el delincuente, que antes de irse volvió a lanzarle todo tipo de improperios.
“Capaz que si no tenía el dinero en el bolsillo hoy no estaba con mi familia, porque el hombre fue ensañado porque le había dado 10 pesos. Tuvo tiempo de ir a buscar un revólver, porque no la tenía en La Pasiva, y seguirme diez cuadras”, comentó Salaverry, quien planteó a la policía este hecho como una evidente falta de políticas de seguridad en el centro montevideano.
Los policías le tomaron datos, le dijeron que estaban buscando al sujeto y que si aparecía le devolverían el dinero. Pero “el tema no es la plata, es que hay gente fumando droga que sigue a las personas diez cuadras” para robarlas. Por eso, Salaverry recomendó a quien vaya a Montevideo que lleve algún billete en el bolsillo y lo entregue si es presionado porque, de lo contrario, “pueden perder la vida por negarse a perder cien pesos”.
“Pasé un momento espantoso. Llevo dos días shockeado, pensando en el tipo golpeándome el pecho con el revólver, en mis hijos, en cómo queda todo sin uno. Miro a mi familia, la abrazo todos los días. Llamo a mis abuelos, a cada uno, a decirle que los quiero. Porque salís de tu casa y no sabés si volvés, no sabés lo que te puede pasar”, reflexionó.
Pese a la terrible experiencia, el transportista rescató que “hay gente muy buena”: sus pasajeros, adultos mayores del Uni3 que se reúne en el Paseo San Fernando, insistieron en volver a pagarle el viaje y lo obligaron a aceptar el dinero.