Juan Pablo Escobar, hijo del poderoso narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria, está en Punta del Este para presentar el libro que escribió sobre la vida de su padre. “Es importante que hablemos de esa historia para que se conozca y para que no se repita”, dijo el autor este martes, presente en los estudios de FM Gente. Celebró la “valentía” de los uruguayos al “declararle la paz” a la marihuana pero estimó que el narcotráfico nunca terminará. Con esa perspectiva, entiende que el problema de las drogas debe enfrentarse desde la educación.
Juan Pablo Escobar tenía 16 años cuando su padre murió. "Se suicidó. Y no huía, porque murió descalzo. Ningún fugitivo se saca sus zapatos", razona. Entonces era el más firme detractor de las violentas acciones del narcotraficante y lo enfrentó muchas veces a pesar de su juventud, en un intento por marcarle que el camino de la violencia estaba equivocado, sostiene.
Ahora lleva 21 años predicando por la paz y tratando de convencer de que el combate al narcotráfico pasa por la educación, la disciplina y el amor dentro de la familia.
Con su libro “Mi padre, las historias que no deberíamos saber”, Juan Pablo Escobar invita a la reflexión sobre el narcotráfico y la forma de combatir al mundo de la droga. “Los narcotraficantes de hoy entendieron que declarar la guerra al Estado no es tan redituable, porque las instituciones sobreviven a los hombres. Entendieron que su mejor arma es la corrupción. Todos los días caen narcotraficantes pero el negocio sigue funcionando”, advirtió Escobar, tras contar anécdotas sobre la opulencia en que vivió su familia y sobre el poder que llegó a tener su padre.
“El dinero sobraba en cantidades alarmantes y uno como ser humano no está preparado para manejar tanto poder. (…) La gran reflexión que nos queda a todos, después de esos cinco minutos de fama que tuvo mi padre y del supuesto disfrute, es que todas sus propiedades quedaron destruidas, él perdió su vida, su libertad, su tranquilidad, la de muchos familiares y amigos. Pareciera un buen negocio pero no lo es porque termina destruyéndote”, reflexionó el hijo.
COMBATE PACÍFICO
Uno de los personajes más violentos de la historia colombiana fue, al mismo tiempo, un “amoroso padre de familia” que “daba el ejemplo dentro de su casa y afuera hacía todo lo contrario”. Juan Pablo contó que fumó marihuana a los 28 años y que su padre era un “habitual” consumidor de esta droga, según le confesó en una charla mano a mano cuando él tenía nueve años. A excepción de la heroína, las había probado todas.
“Nací en el epicentro de las drogas de Colombia. Me educó acerca de las drogas y me explicó los peligros que implicaba ingresar en el mundo de las drogas y atreverse a probarla. Me educó desde el amor y me dio información fidedigna que me sirvió hasta los 28 años”, reconoció el hijo.
No tiene dudas que la droga, por más que la prohíban o la legalicen, siempre estará. “Para no caer en esas trampas hay que actuar a través de la educación, desde la disciplina, la contención y desde el amor. Siempre habrá alguien dispuesto a ocupar el lugar de Pablo Escobar. Pero pueden matar uno por día y el tráfico de estupefacientes va a seguir a la perfección y no faltará un gramo de cocaína en las calles” remarcó.
En ese contexto, destacó la postura de Uruguay al regular el comercio del cannabis. “Celebro que los uruguayos tengan la valentía de declararle por primera vez la paz a una de las drogas. Han aprendido las verdaderas lecciones que ha dejado esta guerra contra las drogas, ríos de sangre latinoamericana que siguen corriendo para abastecer las bacanales de las potencias. Creo que Uruguay ha adoptado una postura más sabia, que se acerca más a la paz que a la guerra contra las drogas”, opinó.
DEMONIO DIOS
Juan Pablo recordó que su padre empezó en el narcotráfico como contrabandista de electrodomésticos y siguió con el contrabando de cocaína, tema que no estaba “demonizado” como en la actualidad. Para las clases sociales abandonadas por el Estado, Escobar Gaviria llegó a ser un ídolo porque fue el único que se ocupó de sus necesidades. “Regaló miles de viviendas, construyó canchas y centros de salud, pagó tratamientos de salud… eso no borra sus malas acciones, pero su sensibilidad frente a las clases sociales y su dinero le permitieron generar acciones que son recordadas por los colombianos”, recordó.
Parafraseando lo que escribió en su libro, dice que su padre “´tenía cuerpo de paramilitar y alma de guerrillero´. Sus ideas eran claramente de izquierda, sus acciones de derecha”, reflexiona el autor, para remarcar que a pesar de la fortuna que amasó, Pablo Escobar no pudo comprar ni paz, ni tranquilidad ni libertad, ni poder político.
Con pesar, admite que muchos cineastas han pretendido demonizarlo, quizás como parte de “un proyecto que quiere consolidar la culpa y la responsabilidad de Escobar en hechos nacionales para encubrir a la corrupción que le permitió hacer lo que hizo. (…) Ningún cineasta ha tenido la deferencia de consultarme sobre mi padre, lo han estereotipado y lo han pintado a su antojo sin el más mínimo deseo de contar la historia como corresponde”, lamentó.
Juan Pablo dice que siempre fue uno de los principales detractores de las acciones de su padre. “No esperé a que muriera para salir a criticarlo. En vida lo cuestioné mucho, mirándolo a los ojos lo hacía en discusiones acaloradas pero respetuosas. Estábamos hablando de hechos muy serios, pero no había malas palabras en esas discusiones donde yo le decía que estaba profundizando esa brecha de violencia entre los colombianos”, comentó.
Aunque sostiene que “le achacaron grandes crímenes sin resolver en Colombia”, también reconoce que “no menos de 500 personas murieron por la violencia directa” que ejerció Escobar. “La lección es que mi padre con el dinero que había amasado terminó financiando su muerte. No tenía tanto dinero como se le atribuye pero le alcanzó para hacer todo el daño en 44 años de vida”, reflexionó.
Con semejante experiencia sobre la espalda, Juan Pablo Escobar estuvo un año excavando en la historia familiar y la historia de su país para editar el libro que hoy presenta en Punta del Este. Pero además ha dedicado los últimos 21 años a dar charlas, convencido de que es “un instrumento útil para la sociedad” porque puede “acercarse a los jóvenes para inspirarlos a que no repitan esas historias”.
El hijo de Escobar Gaviria cuenta los amigos con una mano y le “sobran un montón de dedos”, posee “el 1%” de la riqueza que alguna vez disfrutó pero afirma que es “más rico que antes”. “Hoy tengo paz y tranquilidad y libertad, lo valoro muchísimo. Eso vale más que cualquier fortuna”.
mr
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