Facebook Twitter WhatsApp

La “ramblita”, ubicada entre la rotonda de la subprefectura y el puerto de Piriápolis, es punto de encuentro de adolescentes y jóvenes al atardecer o en la “previa” de las noches de boliche. Ahora, las obras que impiden aprovechar la rambla de los Argentinos, llevan todavía más gente hacia aquella zona.

En la cálida tardecita de este domingo, Camilo Maximiliano Calistro estaba con un grupo de amigos en la "ramblita" y se sentó en la baranda hasta que determinado momento ésta se quebró y el joven cayó al vacío desde una altura de cuatro metros.

Su padre, Óscar Calistro, contó este lunes que el chico sólo experimentó un corte en la cabeza y rasguños y golpes por todo el cuerpo, pero nada de gravedad. Pese a la dureza del canto rodado sobre el que aterrizó, tampoco sufrió fracturas.

Lejos de atribuir la culpa a las autoridades o amenazar con denuncias, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, Calistro admitió que la responsabilidad fue de su hijo por usar inadecuadamente las barandas. “Las barandas no son para sentarse ni para apoyarse con demasiado ímpetu, aunque los jóvenes lo hacen. Se ha dicho de cambiarlas, por un elemento más residente, pero el salitre, el sol, y la lluvia, a corto plazo, destruye cualquier madera. El tema es que es decorativo, no para usarlo de asiento”, destacó Calistro, quien sí se mostró partidario de instalar algún tipo de cartelería de advertencia.

“Nadie critica que hace cien años que están esas barandas de madera. ¿Cuántas veces se habrán quebrado y cuanta gente se cayó? Pero es que no hay que apoyarse porque no son para eso. No es falta de mantenimiento, es que lo que uno hace no es lo correcto”, insistió.

(foto de archivo)