Los ciberdelincuentes están utilizando códigos QR como herramienta para obtener información personal y financiera de los usuarios.
Los códigos QR, comúnmente empleados en restaurantes, tiendas y otros espacios, se han convertido en un blanco recurrente de ataques cibernéticos. Esta técnica, conocida como quishing, consiste en reemplazar códigos legítimos con otros que redirigen a sitios maliciosos. Así lo informó El País en un artículo reciente que destaca los riesgos asociados a esta práctica.
Julián Murguía, especialista en ciberseguridad, explicó al medio que estos ataques suelen iniciarse de manera inadvertida. Al escanear un QR falso, el usuario puede descargar malware en su dispositivo, lo que permite a los atacantes acceder a datos personales, credenciales y información bancaria. Además, el malware puede replicarse a otros dispositivos conectados y bloquear el acceso al teléfono, exigiendo un rescate.
Un informe de la empresa de ciberseguridad ESET señala que los ataques de quishing se duplicaron en 2023 respecto al año anterior, y Murguía advierte que podrían intensificarse en la temporada estival debido al aumento de transacciones electrónicas.
Entre las medidas preventivas, Murguía sugiere evitar escanear códigos QR provenientes de fuentes no confiables o colocados sobre superficies sospechosas, como pegatinas. También recomienda verificar el contenido de los mensajes asociados y desconfiar de ofertas tentadoras que lleguen por canales no oficiales.
El cibercrimen representa un problema global que, según datos citados por El País, generó pérdidas de 5 mil millones de dólares en 2023 y podría alcanzar los 12,5 mil millones en 2024.
El uso de tecnologías más seguras, como códigos QR grabados en materiales resistentes a manipulaciones, es una de las soluciones que están implementando algunos sectores en Europa para prevenir estos incidentes.