“Yo no pude hablar, pero cuando quise buscar algo de justicia para mi familia, el Estado me ha dado la espalda”, denunció Ana.
Ana fue violada por su padrastro cuando tenía 12 años y nunca lo contó. A raíz de la repercusión que tuvo el caso de Milagros Chamorro quiso compartir su historia. Dijo a FM GENTE que no recibió apoyo de su familia. “Estaba sola, tenía 12 años y tenía miedo”.
Dijo que la amenazaron y que su padrastro la culpó de lo sucedido. “Ahora tengo casi 40 años y lo puedo hablar, en ese momento no”, expresó.
Su hija también fue violada, en este caso por su padrino. Desde los 12 hasta los 15 años. Cuando Ana supo lo sucedido hizo la denuncia inmediatamente, sin embargo, pasaron seis años para que la Justicia avanzara con el caso.
“No me parece que cuestionen de distintos ámbitos “por qué no hablaron antes”, por esto no hablamos antes”, criticó, y añadió: “Porque tenemos miedo a que se nos señale. Tenemos miedo a tener que pasar todo el proceso horrible que está pasando mi hija. Se ha cortado, tomado pastillas. Tiene terror de salir a la calle sola y cruzarse con este desgraciado porque él está libre”.
“Es imposible para una persona abusada encontrar el apoyo que necesita. El tratamiento psicológico de mi hija ha sido muy difícil de solventar”, reclamó Ana. “Estoy hace casi siete años bancando el tratamiento porque el Estado realmente te da la espalda”, añadió.
“Fui a Zonta y me dijeron ´no es violencia doméstica, a nosotros no nos corresponde´”, puntualizó.
Ahora su hija tiene 21 años y el pasado mes de setiembre - seis años después - el hombre, que de forma reiterada abusó sexualmente de ella, fue formalizado.
“Recibió 120 días de prisión domiciliaria nocturna, el resto del tiempo puede seguir abusando”, manifestó la madre.
La investigación sobre este abuso sexual continúa, sin embargo, Ana reclama que su hija nunca fue vista por un médico forense. Además señala que el hombre “ya había estado preso por un delito similar años atrás”.
“La pena máxima para un violador en Uruguay son 10 años nada más. Díganme dónde está la justicia”, recriminó.
AMENAZAS A LAS VÍCTIMAS
Así como Ana fue amenazada por su padrastro para que no denunciara la violación, en este caso también han recibido amenazas: “Nos mira en la calle cuando nos hemos cruzado y se ríe de nosotras”. “Nos envía mensajes de amenazas de muerte. (Nos dice) que si no retiramos la denuncia nos van a matar. Está todo ingresando en la Justicia”, relató.
La estigmatización, discriminación y violación a los derechos humanos repercute ampliamente en la salud mental de las personas, generando depresión y otros trastornos psiquiátricos y psicológicos. “No podemos hablar de salud mental porque tristemente te dicen ´el delito prescribió´.
No la estamos atendiendo como se debe atender”, criticó Ana.
“El abuso no prescribe, ¿por qué el delito tiene que prescribir?”, concluyó.
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