David S. Bustamante
David S. Bustamante

PERFORMANCE.Medio centenar de personas inertes sobre la arena, golpeados por el mar. Esta imagen ya no es extraña; la crisis de refugiados y la desesperación de escapar del terror han convertido la orillas del Mediterráneo en un cementerio. Una desgracia que conmocionó a la sociedad con la estampa de un niño muerto, Aylan Kurdi, y que se ha hecho ordinaria a base de repetición.

La cosa cambia si la estampa no está a miles de kilómetros, sino a unos pocos metros. Es lo que ha ocurrido en la playa del Sardinero, en Santander, donde medio centenar de personas han amanecido varadas en la costa, ante la mirada atenta de locales y turistas. Los protagonistas no tuvieron que huir de una de las mayores crisis humanitarias ni echarse al mar; formaban parte de la 'performance' Lo que el mar nos trae, organizada por varias agrupaciones de la región y siguiendo la estela de un acto de este tipo que ya se llevó a cabo en Cádiz a principios de julio.
Cuando estás allí, la experiencia del mar la vives a través de sus ojos", describe Fátima Figuero, que ha sido durante meses voluntaria en campamentos de refugiados de Grecia, y que a su vuelta fundó Cantabria Actúa, una de las ONG organizadoras del acto. "Ellos no lo ven como una función teatral, que luego se van a casa y ya está. Para ellos es una experiencia vital a la que ningún ser humano que se someta, vuelve a ser el mismo", denuncia la cooperante, que ahora coordina voluntarios desde España, hace recogida de material y recoge donaciones para cubrir los costes de envío.

Figuero cuenta la historia de una Europa fracasada. "No es sólo la persecución, las guerras o las pérdidas que han visto en su casa: ha sido la huida, la forma que tienen que escapar, pagando a traficantes, ahogándose, muriendo, perdiendo familias. Y llegan a una Europa que se supone que era la salvación, y que resulta que ha fracasado, que ha demostrado que no da acogida".

Quienes paseaban entre cadáveres ficticios miraban con extrañeza. "Es la manera de visibilizar el drama", respondía Ángel Oría, de la ONG Alouda, a los curiosos que preguntaban. "Pero eso será en el Mediterráneo, eso no pasa aquí", se relajaban los bañistas. "Esto incomoda a la gente", reflexionaba Oría, que preside esta organización dedicada al apoyo de los primeros campos de refugiados, los subsaharianos, que llevan en pie 40 años. (El Mundo)

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